Estoy inmerso en un Taller de escritura creativa y la mayoría de los presentes son fumadores compulsivos, desde el empedernido profesor hasta la humareda de alumnos que aspiran la creatividad entre calada y calada. Más que un taller de escritura creativa yo lo llamaría un Taller de fumadores creativos. Los ceniceros de la mesa están al mismo nivel que los bolis y las hojas de papel. Yo soy un escritor asmático y la niebla de nicotina ahoga mi bronquitis creativa. ¿Por qué hay tanto aprendíz a escritor que es fumador? Reivindico el aire puro, impoluto, a la hora de escribir, a no ser que como narrador y tragador de humo omnisciente haga una novela sobre la señora nicotina. A ver si un escritor-fumador me cuenta cómo le llega fumando su inspiración y espiración.
Carles Valls, publicar un libro.com