Autoeditar un libro no es sólo inyectar tinta a unas páginas e imprimirlas ipso facto en una imprenta digital de libros. Las páginas han de ser legibles y no hay excusas de la mala letra, han de ser escritas en una lengua reconocible y sin faltas de ortografía porque las faltas son los borrones de tu libro.
¡Que tire la primera piedra quien no cometa faltas de ortografía! Y queda muy feo, en un libro impecablemente imprimido y encuadernado, detectar por el lector faltas de ortografía garrafales, porque unas cuantas pueden colar, se pueden escapar y ser corregidas en posteriores ediciones, pero cuando abundan son como un virus para el libro que ataca el prestigio del autor. Las faltas hacen daño a la vista de cualquier lector medio, son una herida en el texto y hacen trizas la solvencia lingüística del escritor.
Por eso, antes de dar el «ok» a la imprenta digital y encargar la tirada de libros, es necesario revisar y revisar los textos para «pescar» las faltas de ortografía más comunes. Una forma de evitarlas es utilizar el corrector del tratamiento de textos como el Word, para ver si están o no las haches o los cambios de «b» por «v» o la falta o exceso de acentos y, aunque no es infalible el corrector, te deja el texto presentable, con cara y ojos.
Aquellos que puedan, lo ideal es que «atraquen» a algún amigo filólogo que haga una lectura del texto y detecte, si más allá de pasar el corrector tu ortografía es correcta. Por otra parte, si además echa un vistazo a la sintaxis, genial, ya que te está ayudando con la llamada corrección orto-sintáctica. Lo que queda claro es que dos palabras juntas no necesariamente dan como resultado una frase bien construida.
Por eso, el que autoedita, que no está dispuesto a pagar a un corrector profesional que cobrará una burrada por cada carácter corregido, ha de buscar herramientas para pulir los despistes o sus limitaciones lingüísticas. Al fin y al cabo, todos los autores de renombre por muy bien que escriban pasan su obra por el cedazo del corrector porque la inspiración no siempre sale sin faltas de ortografía. Corrige las faltas de ortografía y así el lector no echará pestes de tu libro.
Carles Valls, Publicar un libro.com