Todas las personas que hemos escrito un libro padecemos un síndrome, seguro que al leer este post reconocerá que durante un proceso de tiempo ha sufrido este síndrome, o peor aún, esta inmerso totalmente en él.
El síndrome en cuestión es la parálisis por análisis, es sin lugar a dudas uno de los grandes asesinos de obras literarias, y el culpable de que muchos libros no terminen de salir al mercado, pues siempre hay algo que mejorar, algo que cambiar, un nuevo enfoque que aportar o en el peor de los casos, el no saber si la obra será lo suficientemente interesante para el público o el mercado.
Si estas en un proceso o lo has vivido, me aventuro a decir que ahora mismo se vislumbra una sonrisa en tu cara, si al final lo lanzaste o un suspiro si todavía estas «perfeccionando» tu libro. Y es que, el temible síndrome asoma siempre por nuestra mente, nos hace dudar, nos muestra nuestro miedos e intenta procrastinar para evitar enfrentarnos a la aversión al fracaso y la vergüenza a la que nos exponemos cuando creamos y mostramos nuestra obra al mundo.
¿Y qué puedo hacer para evitar dicho síndrome?
Dos consejos, o mejor dicho, dos decisiones tienes que comprometerte a tomar. La primera es bien sencilla, haz todas las mejoras que creas conveniente, evoluciona, y llega al punto que sepas que esta a la altura de lo que quieres transmitir, pero no vayas más lejos. Las personas que leerán tu libro, seguirán con sus vidas, con sus problemas, con sus historias diarias, pasarán por tu obra, seguramente disfrutarán, aprenderán o se emocionarán, con algo de suerte la recomendarán y poco más, no hay más, no generes expectativas ni te dejes llevar por «historias» de personas que han tenido éxito, pues si realmente has escrito algo digno de recibir elogios, admiración y reconocimientos, será fruto de cientos de ingredientes (viralidad, visibilidad, fanatismo, comunidades de lectores,..) que por suerte o desgracia escapan a tus deseos, tanto para lo bueno como para lo malo.
Y el segundo consejo-decisión. No dejes nunca de disfrutar del proceso, escribes por ti y para ti, por lo que sientes, por lo que quieres transmitir, por que lo necesitas o simplemente porque es una forma de mejorar personalmente. No te cargues de presión, que ni necesitas ni te sentará bien, el arte de escribir, el placer de hacerlo no tiene nada que ver con las ventas, ni con el dinero, ni con la fama. La perfección es la acción, el empezar y sobre todo EL TERMINAR.